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La historia que no viviste. 4ta. Entrega

Presidente general Maxilimiliano Hernández Martinez
Gobiernó sin la injerencia de EE. UU.

Escrito dedicado en especial a personas menores de 40 años.

El gobierno salvadoreño que fue independiente de la injerencia extranjera en el período entre 1932 y 1944, lo comando el  general Maximiliano Hernández Martínez y finalmente en 1960 sucumbe ante presiones externas e internas del gran capital, el mismo que en los años 30 expropiara las tierras a indígenas y campesinos lo que causara de la rebelión y masacre ocurridas.

Desde entonces, nuestros gobernantes se han centrado en su enriquecimiento, sometiendo a los salvadoreños por más de 70 años a intereses extranjeros.

El control lo ejercía la clase dominante, privando a la mayoría de los medios para superarse al malgastar sus impuestos. Para quiénes desde el exterior dictan las políticas a implementar y que sumen en la miseria a los salvadoreños, es fácil, no existe medio informativo que lo publique.

Gobiernos militares, gran capital y políticos extranjeros asociados con los medios de prensa vuelven a un pueblo engañado, incapaz de hacer valer su soberanía.

Es así como la doctrinas Monroe “América para los americanos y la McCarthy “Comunistas vs anticomunistas” guían la injerencia imperialista que rige a Latinoamérica.

Impuesta la “democracia dictatorial oligárquica militar”, el imperio decide lo que a américa latina le conviene, se abrogan el derecho de impedir su unidad y restringen las inversiones de otras partes del mundo. El resultado bajo desarrollo, deficiente tecnología, pobreza para américa latina y riqueza y bonanza para la américa anglosajona. ¿Tiene derecho de hacer esto?

¿No sé, si sabías esto?

El interés de la mayoría de los gobernantes anglosajones es su desarrollo y prosperidad y para ello les ha resultado rentable la explotación de las naciones latinoamericanas, el endeudarlas, asegurando su sometimiento evitando su desarrollo y para lograr esto sobornan y compran capitales locales quiénes facilitan en corromper estructuras.

En Washington decidieron la instauración de gobiernos militares en países de América Latina. más tarde los derrocan acusándolos de violar los derechos humanos y financian la guerra terrorista que debilita economías lo que conduce al endeudamiento, nuestros países son más vulnerables y desde el exterior deciden reinstalan gobiernos títeres, quiénes venden nuestra soberanía y dan trato preferente a consorcios multinacionales que contrabandean y evaden impuestos.

La transferencia de tecnología ofrecida nunca llega, demandan se les autoricen explotaciones mineras y servicios públicos, pagan insignificantes montos por su explotación y evaden impuestos sobornado funcionarios y por ello con razón expresan: estos venden a su madre por unos dólares.

En el pasado otra causa externa fue la amenaza de no proveer los créditos para la compra de armas o la amenaza de no entregar las armas, aunque tuvieras el dinero para comprarlas. La política del chantaje es lo normal. Haber recibido el privilegio de gobernar no fue ganado por el apoyo popular, ni en forma democrática se los otorgo el imperio y por lo tanto la sumisión es total.

Por su puesto que hubo quiénes como el coronel José María Lemus se opuso a pasar la ley de persecución política que Washington demandaba y en 1960 es derrocado. El imperio demanda obediencia o tu mandato acaba, sin importar que el pueblo te haya elegido.

La implantación de la ley de sedición demanda por los norteamericanos pareciera que se diseñó para provocar en el mediano plazo el fin de los gobiernos militares, la represión política, las desapariciones, los fraudes electorales que la Casablanca avala, van generando animosidad en contra de los militares cuyos gobiernos además no proporcionan los medios de superación.

Pero claro la Casablanca, la CIA no aceptaran la culpa y entonces los viejos aliados, hoy son acusados de violar los derechos humanos, pero nadie recuerda que la ley que llevo a la represión fue demandada por los que hoy de nuevo se presentan como salvadores, derrocando a los militares, financiando a los terroristas y sus campañas de odio, lo militares son humillados el gran capital se toma unas vacaciones en Miami y esperan la orden para regresar, mientras el país se hunde y más de 70mil vidas se pierden.

Esto le sucede en 1979 presidente general Carlos H. Romero y su gobierno.

La aprobación de la ley de sedición demandad por Washington y su ejecución por los militares causo indignación en el pueblo y este sentimiento se expandió a pesar de que los medios prensa lo ocultaron y polarizó a la población.

El número de personas que se oponían al sistema dictatorial disfrazado de democracia que entonces gobernaba, se focaliza entonces en los centros de estudios superiores las universidades y se extiende fuera de las fronteras, internamente la polarización pasa de protestas callejeras a las armas.

Los salvadoreños polarizados, nos creemos de derecha e izquierda, capitalistas o socialistas, liberales o conservadores, etc., etc. Lastimosamente, estas posiciones eran producto de campañas publicitarias y por supuesto no imaginábamos que veinte años de guerra sería el futuro.

Las demandas de la izquierda por supuesto están en contra de los dueños del país, los militares y de la Casablanca, en donde “su seguridad nacional” es lo que buscan proteger.

Los asesores militares extranjeros en unidades de inteligencia, casa Presidencial y Cuerpos de Seguridad, persiguen a aquellos que se oponen a los regímenes militares, entre ellos los hay personas que trabajan para los comunistas, socialistas y personas que sinceramente desean un sistema democrático para el país, pero “todos son enemigos” del sistema dictatorial oligárquico.

Estos gobiernos militares no fueron producto de la voluntad popular, el fraude electoral apoyado por el imperio los impusieron y por lo tanto en momentos de inestabilidad no pueden acudir solicitar ayuda del pueblo cuando el imperio corta la ayuda y el gran capital los abandona también.

Es hasta entonces que el general Romero que el capital local, es fiel al dólar, no a El Salvador pero ya es tarde él se exilia pero los miembros de la Fuerza Armada deberán ofrendar sus vidas, abandonado la cómoda vida de cuarteles y escritorios, su complicidad, obediencia o ignorancia ahora les demanda exponer sus vidas, mientras sus viejos amos, el gran capital cobardemente se refugia en Miami.

Esto lo vivió en carne propia el General Romero.