La búsqueda – Cuento corto

Cuentos Cortos – La búsqueda

La Búsqueda es el cuento corto que relata sobre la decisión que cada hombre y mujer debe tomar una vez en la vida, sin importar la edad y que definirá si su vida será satisfactoria y feliz o no pasará de ser un constante lamento. Cuando y a que edad se tome esta decisión no es importantes pues esta se toma solo en momento en que estás preparado.

Cuentos Cortos
8 historias que te harán meditar, recapacitar, reír y llorar.

La búsqueda

 Se acerca la madrugada y la fiesta llega a su fin, entre los alegres agasajados se encuentra Pablo quién ha finalizado sus estudios de bachillerato.

Ya no quedan invitados y sentado ante la mesa vacía que acomodo a doce comensales, toma un suspiro, y su mente se enfoca en lo que está por venir a sus diecisiete años aún no decide el rumbo que su vida debe seguir.

Sus padres lo exhortan a estudiar las carreras de medicina o abogacía como su padre y su tío; pero a él no le atraen estas profesiones. Su maestro en cambio le aconseja que si su deseo es triunfar en la vida debe encontrar la vocación que le permita realizarse y ser feliz.

Las preferencias de Pablo son por las letras y la literatura, ocupación que sus padres le aseguran no tiene futuro económico en un país en donde nadie lee; es así como su decisión se dilata y lo que menos Pablo desea es defraudar a quiénes les debe en gran parte lo que hasta hoy ha logrado.

Como regalo de graduación pide ir a visitar a sus abuelos quiénes viven a orillas del río La Pasión en la selva de Peten, un bello lugar alejado de la civilización en donde la cercanía con la naturaleza trae a la memoria de Pablo días felices de su infancia.

En casa lo despide su padre y hasta la terminal de buses lo acompaña su madre. Las cuatro de la mañana marca el reloj cuando desde la ventana del bus Pablo se despide de ella en medio del bullicio de las vendedoras y el polvo en la terminal.

Al día siguiente Pablo se despierta al escuchar el chisporroteo de la leña que se quema, calienta la marmita y los comales de barro de los que se desprenden el olor de los plátanos, los frijoles negros que se cuecen, el de los huevos fritos y el del maíz al dorarse las tortillas. Salta de la cama va a dar un beso a la abuela quien está preparando los alimentos y a su abuelo quien contempla el paisaje sentado en la mecedora junto a la puerta.

Minutos después desayunan y el resto de la mañana acompaña a los abuelos ayudándolos en las labores propias del campo.

Al medio día bajo la sombra de la Ceiba centenaria al frente de la casa disfrutan del almuerzo, de entrada, una rica sopa de tortilla, luego gallina y elotes asados acompañados de vegetales recién cortados del huerto y de postre la abuela sirve ricas frutas de estación: bananos, piña, sandía y papaya.

La sobremesa se extiende poco más de media hora y los abuelos le aconsejan que en decisiones sobre su futuro, siga siempre su instinto, pues su vida solo él la va a vivir.

Cerca de la una de la tarde los ancianos se retiran para hacer la siesta y Pablo como se los anunciara se encamina al río en donde lo espera su sitio preferido.

Camina a lo largo de unos mil metros de vereda polvorienta, rodeado de la exuberante selva tropical humedad, cuya temperatura perla su frente y a medida que avanza; el calor le impulsa a despojarse de la camisa con la que seca el sudor de la frente.

Continúa avanzando hasta que delante de él en el río y en medio del peñascal destaca su roca favorita la que parece estarle esperando. Se descalza y entre piedras, arena y agua camina hasta ella, sube al enorme peñasco y desde lo alto de pie rodeado de la naturaleza y sus sonidos; respira profundo y una sonrisa se dibuja en su rostro: el ancho río, la agreste vegetación y las aves que surcan el cielo casi sin nubes son el marco de aquella tarde que comienza.

Se sienta deja su camisa y zapatos a un lado y su respiración se acompasa con la magia de la naturaleza, la brisa enfría el sudor que corre por su cuerpo; cierra los ojos y respira cada vez más profundamente… El canto y el aleteo de las aves, sumado al de la música del río que correr sobre el lecho rocoso, son las armonías que lo envuelven.

Minutos después él se contempla sentado en la cima de la roca y ve el río ensancharse hasta casi perderse en el horizonte, el verde de la vegetación, las garzas blancas, los tucanes y el astro rey se suman a la escena que visualiza. Medita profundamente… el tiempo transcurre, el sol desciende refrescando el ambiente.

De pronto… abre los ojos y frente a él está de pie una indígena de sonrisa cautivadora, de estatura media, cabello negro largo con una trenza entrelazada con listones rojos y blancos que cae a un costado de su pecho y que hace juego con el tocado que luce, viste blusa blanca sobre la que brilla la plata de llamativos “chachales” pendientes de su agraciado cuello; viste además una falda ricamente bordada con motivos en color rojo.

¡Pablo no la escuchó llegar! Sintió la presencia de alguien y sus ojos se encontraron con los de ella, quién sin mediar palabra inclino su cabeza y extendió hacía él los brazos ofreciéndole el cofre de madera que en ellas lleva; sin dejar de verla a los ojos y en silencio como autómata Pablo extiende sus brazos y recibe el cofre… baja la vista para contemplarlo, aprecia la fina madera y el tallado que muestra los símbolos de los días mayas o naguales que lo cubren por completo; una ráfaga de viento en su rostro le hace levantar la vista de nuevo y la joven indígena ha desaparecido.

La respiración de Pablo se agita, no hay señales de la joven y él sostiene el cofre; el sol cae ya sobre la cresta de los árboles y sus rayos casi naranjas se reflejaban sobre el agua cristalina.

¿De dónde y cómo apareció y desapareció esa joven… y que significado tiene este cofre? Se pregunta sin atreverse a contestar.

Pablo examina el cofre con detenimiento y encuentra que entre los naguales tallados algunos sobresalen de los otros, nota además que en el cofre no se distingue una tapa como tal.

¿Quizá una combinación correcta al mover los naguales lo abrirá?, pero ¿Cómo? Vuelve la vista al cielo en busca de una respuesta y ve al sol como una inmensa bola naranja que se oculta en el oriente. Vuelve los ojos al cofre y decide seguir lo que le parece lógico, dirige la cara principal hacia el Este quedando las otras caras coincidiendo con los otros puntos cardinales; observa detenidamente la tapa y en la tapa identifica a AK´BA´L su nagual de nacimiento el que sobresale en el centro y lo empuja hacia el interior y este cede quedando un tanto más hundido que el resto, trata de hacer lo mismo con el glifo de TZ’IKIN la cara oeste, pero no se mueve. Después de unos segundos lo corre a la derecha y suavemente y este cede. Se dirige a la cara este y el glifo B´AT ´S no se mueve ni hacia dentro, ni hacia a fuera, pero cede al empujarlo hacia la izquierda haciéndolo saltar hacia adelante, NO´J en la cara norte es girado a la derecha y salta y en la cara sur el glifo TOJ es girado hacia la izquierda saltando este hacia el frente; al mismo tiempo se escucha el sonido de una cerradura al abrirse CLACK y la tapa del cofre se levanta, sin abrirse.

La Cruz Maya de AQ’AB’AL está en el cofre la de su fecha de nacimiento es la que dibuja en el cofre…

 

TZ’IKIN

NO’J   AQ’AB’AL   TOJ

B’ATZ’

 

Pablo esta tenso. Por un instante desea no estar solo, pero también está consciente de que la razón de estar allí, él la buscó con el fin de conocer que camino debe seguir en su vida. Un escalofrío recorre su cuerpo.

Conocedor de las leyendas y tradiciones de su pueblo, confía en que lo que está viviendo le llevará a conocer la respuesta a sus dudas.

Respira profundo… siente el latir de su corazón y se dice: – Debo abrir el cofre… y coloca su mano derecha sobre la tapa. Un inesperado revoloteo y trinar de aves sobre la copa de los árboles, lo obliga a volver la vista hacia lo alto. Sonríe al ver las bandadas de aves sobre el cielo naranja y gris del atardecer y esto lo calma, además, de parecerle bello el paisaje lo siente como un buen augurio, y sin esperar un instante más levanta la tapa y en su interior encuentra… “Una pluma de Águila”

Es así como Pablo interpreta que la respuesta a su destino es la de seguir la vocación de ser escritor.

Salir de la versión móvil